Educar en valores es como tallar un diamante, para que despliegue la plenitud de su esplendor debe ser tallado integra y armónicamente en todas y cada una de sus partes; dejar una de ellas sin pulir le restará belleza y perfección como diamante. Una persona que no se le proporcione una bien intencionada, adecuada y oportuna educación con valores, difícilmente podrá realizarse como humano. (Arana-Ramos, 2000).